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MIS MONTAÑAS, LAS DE CALIFORNIA

MIS MONTAÑAS, LAS DE CALIFORNIA



Erguidas y blancas, majestuosas se alzan,
Saludando a todo el que por ellas pasa.
Están de hace siglos, soberbias y altas,
Como si esperando que alguien las pintara.


Rebosan de invierno, con su nieve blanca,
Y atraen a poetas que aman la esperanza.
Y con los pintores han firmado un pacto,
Que calquen sus senos, audaces e intactos.


Son ellas las mismas que miro hace días,
A las que he jurado más de una poesía.
Son diez, mis montañas, o tal vez, trescientas,
Tú no sabrías nunca, pues de amor revientas.


Son tiernas y fuertes, como lo es una madre,
Y cambian de aspecto cuando se hace tarde.
Siempre están presentes, aunque tú te duermas,
Y cuando despiertes, sonreirán serenas.


Cuando voy al Norte, cuando miro al Este,
No hay lucero alguno que brillo les reste.
Como sol ardiente tras la noche corta,
Irradian mis montañas, las de California.


Y aunque tú quisieras escapar, no puedes,
Porque aunque a la playa huyas y te entierres,
Siempre habrá algún viento que te las enseñe.


Irán tras de ti,
Como buena escolta,
Siempre mis montañas,
Las de California.

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© Karina Gálvez
www.karinagalvez.com